Martín
era un niño que todos los días llegaba pronto al colegio para ser el
primero de la fila. Si alguna mañana otro niño se ponía el primero,
Martín se enfadaba y se ponía muy triste.
Gonzalo era compañero de Martín, estaban en la misma clase. Un domingo por la noche le dice a su mamá:
_ Tiene que ser muy chulo ser el primero de la fila, porque Martín
siempre quiere serlo. Mañana despiértame antes, que quiero ser yo el
primero de la fila.
_ ¡Estás loco, con lo a gusto que se está en la cama tempranito!, dijo su mamá.
Pero Gonzalo logró convencer a su madre.
EL LUNES, la mamá de Gonzalo lo despertó antes que de costumbre.
Desayunó muy rápido y a penas vio los dibujos de la tele. Pero no le importó porque quería ser el primero de su fila.
Su esfuerzo dio resultado y Gonzalo llegó antes que Martín y se puso el primero de la fila.
Cuando llegó Martín y vio que no era el primero como todos los días, se pilló un cabreo enorme y se puso triste.
Cuando
entraron en clase, Gonzalo se sentó en el sitio de siempre, no había
ningún sitio especial para el primero de la fila. Hizo los deberes como
todos los demás, pues no había deberes especiales para el primero de la
fila. En definitiva, fue un día normal como todos los días.
EL
MARTES, Gonzalo volvió a levantarse muy temprano, para volver a ser el
primero de la fila. Desayunó muy rápido y no pudo ver la tele, pero no
le importó, porque volvió a ser el primero de la fila y Martín se volvió
a enfadar mucho.
Pero
cuando entraron en la clase no había ningún sillón especial para
Gonzalo, ni el profe de gimnasia le dio una medalla especial por haber
ido el primero de la fila. En definitiva, era un niño como todos los
demás.
EL MIÉRCOLES, Gonzalo volvió a levantarse muy temprano para ser el priemro de su fila. Ahora Martín era siempre el segundo.
Cuando
Gonzalo entró en clase también fue un día normal. En la Biblioteca no
había una estantería especial con libros para el priemro de la fila,
tenía que coger los mismos libros que los demás. Gonzalo empezó a
aburrirse.
EL
JUEVES, Gonzalo estaba muy cansado de madrugar tanto para ser siempre
el primero de la fila. Pero aún así, consiguió serlo. Pero también
resulta ser un día normal y entonces piensa:
_ ¡Qué rollo!¿Por qué querrá ser Martín todos los días el primero?.
Para el primero no hay nada especial, solo levantarse más temprano.
EL
VIERNES, a Gonzalo le cuesta mucho trabajo levantarse, está cansado de
madrugar tanto todos los días para ser el primero de la fila. Pero aún
así también llegó el primero al cole.
Cuando
entró en clase, la seño repartió la nota de los exámenes. Gonzalo había
sacado un cinco y le preguntó a la profe que por qué él, que siempre
había llegado el primero a la fila, había sacado un cinco y Belén, que
siempre llegaba la última, había sacado un nueve.
La seño le dijo que ser el primero de la fila no tenía ninguna importancia en las notas.
¡Pues
vaya rollo!, pensó Gonzalo. Ya no quiero ser el primero de la fila. ¿De
qué sirve levantarse tan temprano para ser el primero, si al final hago
las mismas cosas que los demás?
Así
que Gonzalo le dijo a Martín que ya podía volver a ser el primero de la
fila otra vez, ya que él ya estaba harto y Martín le contestó:
_ Me he dado cuenta que ser el segundo tampoco está mal. He hecho las
mismas cosas que cuando era el primero. Creo que a partir de ahora me
quedaré un poquito más en la cama.
Así que ahora, los dos niños se han dado cuenta que ser el primero de la fila no es nada especial y ahora ninguno quiere serlo.
Y VOSOTROS, ¿QUIÉN QUIERE SEGUIR SIENDO EL PRIMERO DE LA FILA?
Un cuento de Susana Rojas
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